¿Por qué duele la rodilla al flexionar y estirar?
La rodilla es una articulación compleja formada por el fémur, la tibia y la rótula. En realidad, hablamos de dos articulaciones: la femorotibial y la patelofemoral. Estas estructuras trabajan en conjunto para permitir los movimientos de flexión y extensión, fundamentales para caminar, subir escaleras o incluso estar de pie. Cualquier alteración en sus componentes (meniscos, ligamentos, tendones, bursas) puede generar dolor al moverla.
¿Qué movimientos provocan más dolor?
El dolor al flexionar o estirar la rodilla puede manifestarse al bajar escaleras, agacharse, estar mucho tiempo sentado o al realizar ejercicios específicos. En estos casos, es común que haya una lesión subyacente que limita el rango de movimiento o genera inflamación local.

Causas más comunes del dolor al doblar o estirar la rodilla
Lesiones de menisco
Una de las causas más frecuentes. Los meniscos son estructuras cartilaginosas que amortiguan la articulación. Cuando se lesionan, suelen provocar dolor punzante al flexionar, bloqueos articulares, crujidos y limitación de movimiento. En clínica, es común encontrar estos cuadros, especialmente en personas activas o con antecedentes de giros bruscos de rodilla.
Tendinitis y otras patologías tendinosas
Inflamaciones del tendón rotuliano, de la pata de ganso o del tendón del cuádriceps pueden causar dolor al estirar o doblar la rodilla. Se trata de afecciones que suelen aparecer por sobreuso o mala mecánica de la pisada y se agravan con el ejercicio o al estar mucho tiempo de pie.
Bursitis rotuliana
Es la inflamación de una bolsa sinovial ubicada bajo el tendón rotuliano. Puede doler especialmente al flexionar la rodilla a más de 90 grados, debido al aumento de presión en la zona. Esta patología suele responder bien al tratamiento fisioterápico.
Cintilla iliotibial o «rodilla del corredor»
Una tendinopatía muy común en deportistas, especialmente corredores. La fricción repetida de la cintilla sobre el fémur provoca dolor lateral, que se intensifica al doblar la rodilla o al correr cuesta abajo.
Artrosis y desgaste articular
Con la edad, el cartílago articular puede desgastarse, generando fricción y dolor al mover la rodilla. Es común en mayores de 50 años y puede estar acompañado de rigidez matutina, inflamación e inestabilidad.
Quiste de Baker (dolor en el hueco de la rodilla)
Este quiste lleno de líquido sinovial aparece en la parte posterior de la rodilla y puede limitar la flexión. Está asociado a otras patologías como artrosis o lesiones meniscales. Puede palparse como un «garbanzo» detrás de la rodilla.
Otros factores: biomecánicos, emocionales y sobrecargas
Además de las lesiones estructurales, el dolor de rodilla puede deberse a factores funcionales como una mala alineación, alteraciones en la pisada, desequilibrios musculares o sedentarismo. También influyen aspectos emocionales como el estrés, que puede aumentar la tensión corporal y el dolor. En fisioterapia abordamos estos factores de forma integral, valorando tanto lo físico como los hábitos y el estilo de vida del paciente.

¿Qué síntomas deben preocuparte y cuándo acudir al fisioterapeuta?
Dolor agudo tras un traumatismo
Cuando el dolor aparece bruscamente tras un giro, una caída, un impacto o un mal apoyo, puede indicar una lesión grave como una rotura de ligamento, un esguince importante o una lesión meniscal. Si se acompaña de inflamación inmediata, incapacidad para apoyar el pie o sensación de inestabilidad, es fundamental acudir al fisioterapeuta o al traumatólogo para una evaluación urgente.
Dolor persistente sin causa aparente
Si el dolor no tiene un desencadenante claro y persiste durante más de una semana, incluso con reposo, es un signo de alarma. Puede deberse a un proceso inflamatorio crónico, una alteración de la biomecánica o una lesión no diagnosticada. En estos casos, el fisioterapeuta podrá ayudarte a detectar el origen y proponer un plan de tratamiento antes de que se convierta en un problema crónico.
Chasquidos, hinchazón o bloqueo articular
Los ruidos articulares (chasquidos o crepitaciones) que se repiten al mover la rodilla, especialmente si van acompañados de dolor, pueden ser signos de desgaste o lesiones internas. Si notas que la rodilla se queda “bloqueada” o no puedes extenderla o doblarla completamente, o si aparece hinchazón visible o sensación de calor, es probable que exista una lesión intraarticular como un derrame sinovial o un fragmento de menisco suelto. Todos estos síntomas requieren una valoración especializada para evitar complicaciones mayores.
¿Cómo tratamos el dolor de rodilla en Clínicas H3 Serrano?
Valoración fisioterápica y pruebas de imagen
En Clínicas H3 Serrano realizamos anamnesis detallada, test ortopédicos y valoración ecográfica para identificar la causa exacta del dolor. Trabajamos de forma coordinada con el servicio de traumatología.
Tratamiento conservador con fisioterapia
En la mayoría de los casos, iniciamos un abordaje conservador con terapia manual, diatermia y técnicas de descarga para reducir el dolor y la inflamación.
Protocolos de ejercicios y readaptación
Diseñamos programas de ejercicios progresivos para mejorar la fuerza, movilidad y estabilidad de la rodilla. La rehabilitación personalizada es clave para evitar recaídas.
Coordinación con traumatología cuando es necesario
Si se requiere intervención quirúrgica o diagnóstico médico avanzado, nuestros fisioterapeutas trabajan junto al traumatólogo para garantizar un tratamiento integral.

Conclusión: No normalices el dolor al mover la rodilla
El dolor de rodilla al flexionar o estirar no es «normal» ni debe ignorarse. Identificar la causa y recibir tratamiento adecuado marca la diferencia entre una recuperación completa y una lesión crónica. Si vives en Madrid y te identificas con alguno de los puntos de este artículo, estaremos encantados de ayudarte en Clínicas H3 Serrano, C/ Serrano 224. Primera visita con evaluación funcional y, si está indicado, ecografía para afinar el diagnóstico. Disponemos de EPI guiada y ondas de choque como apoyo cuando son necesarias (todo incluido en el precio de la sesión).
Reserva tu cita y trabajaremos contigo un plan para recuperar tu movilidad y aliviar el dolor desde la primera sesión.
No esperes a que el dolor empeore. Tu bienestar es nuestra prioridad.
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Preguntas frecuentes sobre el dolor de rodilla al flexionar o estirar (FAQs)
¿Cómo saber si tengo el menisco roto?
Si experimentas un dolor agudo al flexionar la rodilla, junto con sensación de chasquido, hinchazón o incluso bloqueo articular, es posible que tengas una lesión meniscal. También puede haber una sensación de que la rodilla «falla» o no se sostiene. El diagnóstico se confirma mediante ecografía o resonancia magnética. En Clínicas H3 podemos realizar una primera valoración y derivarte, si es necesario, a pruebas de imagen específicas.
¿Es normal que me duela solo al bajar escaleras?
No, no es normal. Este tipo de dolor suele estar relacionado con condromalacia rotuliana o tendinopatías. Bajar escaleras implica una carga excéntrica importante sobre la articulación femoropatelar, lo que puede agravar ciertas patologías. Si el dolor es recurrente, lo ideal es una valoración fisioterapéutica para abordar el problema antes de que evolucione.
¿Cuándo hay que operar una rodilla?
La cirugía es el último recurso. Se recomienda solo cuando el tratamiento conservador no ha dado resultados, o si existe una lesión estructural severa como una rotura completa del ligamento cruzado anterior o un desgarro meniscal complejo. En la mayoría de los casos, una buena intervención fisioterapéutica puede evitar la cirugía o prepararte mejor para ella (preoperatorio).
¿El dolor en el hueco de la rodilla es peligroso?
Puede no ser peligroso, pero sí debe valorarse. El dolor en el hueco poplíteo suele estar relacionado con el quiste de Baker, una acumulación de líquido sinovial por problemas articulares. Aunque muchos casos son benignos, si hay dolor, hinchazón o limitación del movimiento, es importante descartar otras patologías asociadas como artrosis o lesiones meniscales.
¿Puede el estrés empeorar el dolor de rodilla?
Sí. El estrés no solo afecta a nivel mental, también tiene un impacto fisiológico en el cuerpo. Puede aumentar la tensión muscular, alterar la postura y hacer que percibas el dolor de forma más intensa. Además, el estrés crónico se asocia con mayor riesgo de inflamación. En fisioterapia abordamos al paciente de forma global, considerando también estos factores emocionales.
Bibliografía
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